España en la Segunda Guerra Mundial

Europa conmemora el 66º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial. Formalmente, España no participó en ella. Sin embargo, desempeñó un papel importante en la historia mundial en los años 30 del siglo pasado: la Guerra Civil española fue el prólogo de la Guerra Mundial.

Si no hubiera caído la monarquía y no se hubiera instaurado la República en España a principios de los años 30, si no hubiera llegado al poder el Frente Popular, que incluía a los comunistas, si el nuevo gobierno no fuera tan cruel y se comportara de forma más responsable… no habría habido un levantamiento militar, que dio lugar a la Guerra Civil.

Alemania e Italia no habrían podido frenar la reacción de la llamada “comunidad mundial”, especialmente de Gran Bretaña y Francia, contra una intervención e injerencia flagrante en los asuntos internos de un Estado soberano. Tal vez, les hubiera servido para disuadirles de una mayor expansión militar y de desencadenar una masacre general en el continente.

Por otro lado, es comprensible que Alemania se mostrara tan activa en la ayuda a Franco. El hecho de que el Frente Popular, dominado por la izquierda, estuviera en el poder hacía casi imposible un ataque a la URSS: los alemanes habrían tenido que luchar en dos frentes desde el principio.

España se adhirió a la neutralidad, pero los españoles participaron en la guerra. La División Azul de voluntarios españoles luchó en el frente de Leningrado junto a las tropas alemanas desde octubre de 1941 hasta octubre de 1943. Según diversos cálculos, pasaron por ella de 45 a 50 mil españoles, de los cuales unos cinco mil se quedaron en suelo ruso. Muchos españoles lucharon al otro lado del frente.

En realidad en número del Ejército Rojo de los españoles era extremadamente pequeño. Según las leyes de la época, los extranjeros no podían servir en el Ejército Rojo. Tras la derrota de los republicanos en la Guerra Civil, muchos combatientes con amplia experiencia de combate se refugiaron en la URSS. Cuando Alemania atacó a la URSS el 22 de junio de 1941, les invadió el deseo de ir al frente para continuar la lucha contra el fascismo. No fueron aceptados en el ejército regular, pero algunos lo consiguieron gracias a sus conexiones personales: fueron patrocinados por oficiales militares soviéticos de alto rango que habían sido “asesores” en los frentes de la Guerra Civil.

Uno de ellos era el legendario coronel Starinov, el principal especialista en sabotaje tras las líneas enemigas. Gracias a él, muchos españoles resultaron estar en los destacamentos subversivos del NKVD.

Sólo unos pocos, de una forma u otra, consiguieron entrar en el Ejército Rojo, a pesar de no tener la ciudadanía soviética. El más famoso de ellos fue Rubén Ibárruri, hijo de Dolores Ibárruri, presidenta del Partido Comunista Español, que murió en Stalingrado, convirtiéndose en el único español en ser Héroe de la Unión Soviética. En el 42-43 los pilotos españoles consiguieron incorporarse a la Fuerza Aérea Soviética. En particular, tres de los cinco pilotos del escuadrón que acompañó a Stalin en su vuelo a la Conferencia de Teherán eran españoles.

Todos los pilotos españoles fueron dados de baja inmediatamente del Ejército Rojo después de que dos de ellos escaparan en 1952 volando con aviones de combate a Turquía para volver a su patria.

La mayoría de los demás regresaron a España a mediados de los años 50. Al mismo tiempo, se les obligó a devolver todas las condecoraciones militares por la participación en la Gran Guerra Patria: las condecoraciones soviéticas no podían sacarse del país.

En España organizaron una asociación que se dedicó activamente a la investigación histórica y publicó varios libros. Hace año y medio falleció José María Bravo, uno de los pilotos que acompañó a Stalin a Teherán en 1943.

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